¿Sabes qué son? ¿Qué diferencia hay entre ellos?

Los microplásticos pueden consistir en trozos de plástico de pequeño tamaño fabricados de este modo desde el principio (microplásticos primarios), o en objetos plásticos más grandes que con el tiempo y por su degradación se han ido dividiendo progresivamente en pequeñas porciones (microplásticos secundarios). Por otra parte, los nanoplásticos pueden formarse por la fragmentación de residuos microplásticos o a partir de materiales de ingeniería como la electrónica, los recubrimientos de cables o los chips.

Se denominan microplásticos a los fragmentos plásticos menores de 0,5 mm y nanoplásticos, a los menores de 100 nm (un nanómetro mide 0,000001 mm). Sin embargo, a pesar de su reducido tamaño, los estudios realizados indican que los nanoplásticos pueden ser mucho más activos toxicológicamente que los microplásticos, debido a  sus propiedades físicas más penetrantes.

No obstante, aún se sabe muy poco sobre cómo afectan estos polímeros sintéticos exactamente al cuerpo humano a corto o largo plazo; pero la investigación presentada en el congreso virtual de la Sociedad Americana de Química (ACS) en agosto de 2020, sí que confirmó que permanecen en los órganos humanos. De hecho, estudios anteriores habían demostrado que el plástico puede pasar por el tracto gastrointestinal, pero pocos estudios han investigado si se queda en el cuerpo humano después de entrar. Este descubrimiento es muy importante porque “…estos materiales no biodegradables, presentes en todas partes, pueden ser depositados y almacenados en los tejidos humanos y no sabemos sus consecuencias para la salud”.

Lo que sí sabemos es de qué manera afectan al medio ambiente: la Agencia Nacional de Ciencia de Australia (CSIRO) publicó a finales de 2020 el resultado de la primera estimación mundial de microplásticos del fondo del mar, que cuantificó en 14 millones de toneladas. Y ya se sabe que, en la vida salvaje y en los animales, estas partículas finas provocan problemas de inflamación, cáncer y fertilidad.

¿Y cómo llegan a nuestro cuerpo?

Los microplásticos y nanoplásticos llegan al cuerpo humano a través del aire, el agua y los alimentos que, una vez consumidos por los animales marinos, entran en nuestra cadena alimentaria. Un reciente estudio de la Universidad del Este de Finlandia ha demostrado que las plantas también los absorben, lo cual ha creado más  preocupación puesto que significa que a través de la cadena alimentaria consumimos más microplásticos de lo que se pensaba.

Por otro lado, los productos de cuidado personal y cosméticos en general contienen también microplásticos en sus componentes. La campaña Beat The Microbead que inició su andadura en 2012, tras un amplio estudio de los cosméticos europeos, concluyó que 9 de cada 10 tenían microplásticos.

La lista es muy larga y no es fácil acordarse de los nombres de todos los microplásticos. Por ello, la aplicación Beat the Microbead puede ser de gran ayuda, ya que se puede escanear el producto y saber fácilmente si contiene microplásticos. El objetivo de la campaña es garantizar la seguridad ambiental y la salud humana de los productos que comercializa la industria cosmética.

Y es que aunque nosotros no somos capaces de verlos, los microplásticos van a menudo desde el desagüe de nuestro retrete al sistema de drenaje. Sin embargo, las plantas de tratamiento de aguas residuales no están diseñadas para su filtración. Poco a poco se va formando en nuestros océanos una “sopa de plástico”, siendo la contaminación irreversible. Los microplásticos no son biodegradables, por lo que una vez se introducen en el medio marino, no se pueden eliminar.

Aunque la Unión Europea quiere prohibir los microplásticos de función exfoliante añadidos intencionadamente (las denominadas microesferas), el resto aún pueden utilizarse en nuestros productos. Las microesferas aparecen en nuestro listado de ingredientes de cosméticos con nombres como Polyethylene (PE), Polymethyl Methacrylate (PMMA), Polypropylene (PP), polyethylene terephthalate (PET) y Nylon.

La Unión Europea se ha basado en una propuesta de reducción realizada por la ECHA (Agencia Europea de Productos Químicos) a la hora de trabajar en la nueva legislación. Sin embargo, la definición de microplásticos propuesta por la ECHA es limitada a juicio de Beat The Microbead y presenta algunas lagunas. De hecho, sólo han considerado plásticos sólidos no biodegradables de entre 5 mm y 100 nm.

Por tanto, otros plásticos y polímeros muy utilizados en los cosméticos quedan fuera de la propuesta, como son los nanoplásticos (antes del nombre del componente aparece NANO en la INCI de los productos) y los polímeros solubles en agua (Polyethylene glycol (PEG) y polyacrylic acid (PAA), por ejemplo) e insolubles (Dimethicone, por ejemplo).

Así pues, tanto el Dimethicone (también conocidas como Polydimethylsiloxane o Dimethylpolysiloxane) como el Carbomer, dos microcomponentes muy conocidos en cosmética, no han sido contemplados en la restricción de la ECHA. Y la realidad es que se utilizan en todo tipo de cosméticos: champús, maquillajes, cremas solares… Muchos de estos productos encima los ingerimos, como los pintalabios  o las pastas dentales, y son realmente tóxicos.

Por lo tanto, MUXU tiene claro el enorme daño que los microplásticos y nanoplásticos hacen al medio ambiente y a nuestra salud, por lo que nuestro reto en el campo de los cosméticos es claro: ofrecer y promover en nuestra tienda MUXU Cosmetics una selección de cosméticos de cuidado personal libres de plásticos y saludables para tod@s.

Y así, paso a paso, vamos avanzando hacia la sostenibilidad… ¿Te unes tú también?!